domingo, 27 de noviembre de 2011

Adviento es tiempo de velar

El que no duda, no busca.

El que no busca, no ve;

el que no ve, está ciego.

Nos preparamos para hacer oración...

Buscamos la postura mejor para vivir ese diálogo con Dios... para ponernos a la escucha de la voz del Señor, que una y otra vez sacude y mueve toda nuestra vida...

Imaginamos que en ese silencio de nuestro interior abrimos bien la puerta de todo nuestro ser, para que llegue mejor al último rincón de nuestra vida, la voz del Señor... su mensaje de esperanza. Sólo somos una puerta que se abre y se abre... a esa presencia de Dios, que trae la salvación para todos...

Vivimos desde el silencio, esta actitud de apertura total a Dios.

Silencio

¡Adviento es tiempo de Velar!

Velar no puede confundirse con la actitud de quien espera, despreocupado, la llegada de ese amigo que ha anunciado que viene. En tal caso, podríamos velar siguiendo con lo nuestro o al calor de las mantas.

Más, si velamos así, seguro que con el ruido o con el sueño no oiremos su llamada a nuestra puerta. Seguro que nuestras ocupaciones nos impedirán que nos ocupemos de él. Seguro nos perdemos la dicha de descontar, uno a uno, los días que faltan para su llegada. Seguro que no vuelve a venir...

Velar consiste en mirar una y otra vez por la ventana. En desplegar nuestras antenas a los cuatro puntos cardinales en busca de algún signo que denote la llegada.

Velar es quitar estorbos y embellecer la casa para que pueda acaecer en ella algo feliz.

Velar ha de consistir en arreglarlo todo para que pueda tener lugar la fiesta, sin perdida de tiempo, apenas llegue el amigo a quien se espera.

Velar la llegada del Amigo que esperamos en Adviento es aún algo más:

Es como acelerar, como garantizar esa misma venida. ¿Cómo va el Señor a resistirse al deseo de reunirse cuanto antes con aquellos que le esperan con tanta impaciencia?

Velar, pues en Adviento, consiste, en fin, en dejar que entre en casa el Evangelio.

Velar es... estar listos... como lo están los médicos de guardia o ese retén de bomberos. Como lo está esa joven mamá con todo preparado para la hora del parto.

En Adviento, estar listos consiste en estar dispuestos a amar. Para abrir nuestras puertas, no lo suficiente, sino de par en par. Para transformar las propias palabras y acciones en herramientas de paz y de acogida para todo el que llegue en el nombre del Señor.

Estar listos es llevar el Evangelio en las manos y en el corazón.

Rom. 13, 11-12 “Conocen, además el tiempo que les ha tocado vivir, ya es hora de que despierten del sueño, pues la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando empezamos a creer. La noche está muy avanzada y el día se acerca; despojémonos de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz”

Cada instante tiene peso y profundidad, cada momento tiene su gracia. Se nos invita a

despertar, a vigilar, a no vivir alienados o corrompidos. El día se acerca: Cristo es el día.

Cuento:

“Una vez un gran compositor, se encontró con un antiguo compañero, que abandonó, muchos años antes, sus estudios de música para dedicarse a la oración, y le llamó la atención que, a pesar de que sus ropas estaban roídas, en su cara lucía la felicidad.

El compositor, sabiéndole muy creyente preguntó: ¿Qué es para ti Dios?

Él le dijo: Te responderé cuando tú me contestes: ¿Qué es la música para ti?

El compositor, que había dedicado gran parte de su vida a la música, reflexionó unos instantes y le contestó: “Realmente no sé si sabré explicártelo sólo sé que vivo por ella sin saber si la encontré, o me ha encontrado. Ya no recuerdo cómo fue pero al final me ha conquistado. Vivo por ella pues me da toda mi fuerza de verdad, vivo por ella y no me pesa. Vivo por ella yo, también, no te me pongas tan celoso, porque ella entre todas es la más dulce y caliente, como un beso. Ella a mi lado siempre está para apagar mi soledad, más que por mí, por ella yo vivo también. Es la musa que te invita a tocarla suavecita en mi piano, a veces triste, la muerte no existe si ella está aquí.

Vivo por ella pues me da todo el afecto que le sale. A veces pega de verdad pero es un puño que no duele. Vivo por ella porque me da fuerza, valor y realidad para sentirme un poco vivo... ¡Cómo duele cuando falta!

Vivo por ella en un hotel. Cómo brilla fuerte y alta. Vivo por ella en propia piel y si ella canta en mi garganta mis penas más negras espanta.

Vivo por ella y nadie más puede vivir dentro de mí, Ella me da la vida, la vida...

si está junto a mí, si está junto a mí...

Desde un palco o contra un muro vivo por ella al límite, en el trance más oscuro vivo por ella integra. Cada día una conquista la protagonista es ella también.

Vivo por ella porque va dándome siempre la salida.

Porque la música es así fiel y sincera de por vida, vivo por ella y me da noches de amor y libertad.

Si hubiese otra vida, la vivo... por ella también. Ella se llama música, y es mía también

Vivo por ella créeme, por ella también. Yo vivo por ella, yo vivo por ella...

Y el cristiano le contestó: Pues todo eso es Dios para mí”.

CMS TRIGUEROS

No hay comentarios: